Datos personales

Nací en Córdoba. Mis compañeros de estudios en el Instituto Fidiana me llamaban Tovarich. Participé en las movilizaciones fidianeras reivindicando tener un edificio propio. Miembro de la Plataforma de Estudiantes de la JOC. Militante de la JOC (1996-2001). Presidente del Consejo de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UCO en el curso 97/98. Militante del Partido Comunista de España desde 1997, del que he sido Secretario Provincial en Córdoba desde marzo de 2010 hasta noviembre de 2011. Director de cordobaroja.es

domingo, 8 de abril de 2012

A treinta y cinco años de la Legalización














Se cumplen treinta y cinco años de la legalización del PCE y veo el sábado un reportaje en el canal público sobre la misma, a través de una entrevista al entonces Secretario General del Partido. La voz en off dice en un momento del reportaje que el “supo renunciar a utopías revolucionarias para contribuir a que la democracia se abriera paso en España

Esta frase encierra, a mi modo de ver, toda la contradicción del PCE en estos siete lustros, y me ha refrescado el debate que tuvimos en hace algo más de un mes en la agrupación Levante durante nuestra entrega de carnés, y que me sirvieron para pensar en algunas cuestiones relativas a la relación del PCE con el régimen surgido de la Transición, entonces las escribí y se las mandé a algunos camaradas. Hoy las recupero para el blog.

La chispa en aquel debate vino de la intervención de un camarada; que planteaba los problemas que tenemos para trasladar nuestras propuestas a la sociedad, ya que los medios de comunicación no nos sacan o si lo hacen es cuando hay problemas internos; y por otro lado, un sistema electoral que nos infravalora institucionalmente.

Sin embargo, lo que planteaba el camarada no es algo nuevo; ni su preocupación -compartida por muchos camaradas y compañeros/as de IU- ni el hecho en sí. Sin embargo, basta recordar una obviedad, durante la dictadura no teníamos acceso tampoco a los medios de comunicación, pero eso era una preocupación secundaria o terciaria. Sí, es cierto, estaba La Pirenaica pero, ¿acaso podemos pensar realmente, que de haber existido La Pirenaica en los treinta y cinco años que van desde su desaparición, la historia de España y del PCE hubiese sido esencialmente distinta?

El problema del problema -valga la redundancia- de la situación del PCE -y de IU- en estos treinta y cinco años de democracia no sólo hay que buscarlo fuera de la organización, no es producto sólo del cambio de la sociedad española, sino que hay un elemento que creo que siendo importante no se le presta especial atención y que tuvo -y tiene- consecuencias a lo interno principalmente del PCE. Me refiero a la relación del actual régimen político -llamado habitualmente “La Democracia”- y el Partido Comunista. Y aquí es donde se centró el debate de la Agrupación.

A partir de aquí, aunque algunas cuestiones las expresé en la reunión, son reflexiones generadas a consecuencia, y por lo tanto a posteriori de la reunión.

“La Democracia” ha sido considerada por una parte muy importante de nuestra militancia y dirigencia desde la Transición hasta hoy -aunque en los últimos lustros (y años) esta ilusión está disipándose al menos parcialmente- como un sistema político en el que se podría desarrollar nuestra política. Nuestro partido entraba de esa forma en la contracción fundamental de las últimas décadas para los comunistas; ser esencialmente un partido antisistema pero que era un partido padre del sistema.

Un partido comunista por esencia es anticapitalista y republicano. Sin embargo, los comunistas españoles en la Transición fuimos co-padres de una Constitución esencialmente capitalista y explicitamente monárquica. Esto llevó al PCE a optar por entre sus dos personalidades, optando por ser un partido “padre del sistema”; esto tenía consecuencias en lo interno, algunas hoy ya superadas -renuncia de la república adoptada en el Comité Central del (ironía)14 de abril de 1977- o el debate recurrente congreso tras congreso de la definición ideológica del Partido (IX Congreso de 1978).

Y esto último, la renuncia al leninismo, en mi opinión encierra -desde un vista histórico- una profundidad que no se le da suficiente importancia. La supresión del leninismo era una necesidad histórica para definir la paradoja a la que se enfrentaba el PCE en (y después de) la Transición de ser un partido antisistema padre del sistema.

Ser un partido favorable a la Constitución era un tranquilizante para determinados sectores de la sociedad española para los que el PCE era aún el demonio, pero significaba a lo interno asumir que el naciente régimen permitía profundizar la democracia, llegar al poder y avanzar hacia el socialismo. Esto implicaba a su vez que el modelo organizativo leninista, concebido para la lucha de clases revolucionaria -sobre base del oficio- dejase paso a un nuevo modelo electoral basado en el territorio. Y esto suponía modificar la definición ideológica del Partido, renunciando al leninismo.

Retomo, por donde lo dejé unas líneas más arriba, la esperanza de que “La Democracia” supusiese la posibilidad de que los comunistas pudiesen llegar al poder suponía presuponer cierta igualdad de todos los partidos con respecto al régimen político, y concederle una neutralidad social; suponía abstraer a “La Democracia” de su carácter de clase, de la utilidad que para el capital español tenía esta “Democracia” y esta “Transición”, bastaba con recordar El Estado y la Revolución de Lenin para saberlo, pero Lenin había sido suprimido. Pero bastaba con mirar directamente a Marx, a Engels o Gramsci para llegar a conclusiones similares.

Las consecuencias prácticas de esta opción política se van a traducir en tratar de gestionar lo mejor posible aquellas administraciones a las que se ha tenido acceso, en la esperanza de atraer votos para otras administraciones. Algo que casi treinta y cinco años después de las primeras elecciones postfranquistas se muestra un fracaso manifiesto, y de ahí las quejas del camarada a las que aludía al comienzo de esta reflexión. Las conclusiones que expresaba el camarada coincidían con algunas de las extraídas de la reflexión que las asambleas de Izquierda Unida realizaron después de las últimas elecciones municipales.

Y es que mientras que los comunistas veíamos “La Democracia” como el régimen al que habíamos contribuido en mucho en dar a luz el Estado nos combatía. Digo Estado partiendo de lo dicho en su día por Gramsci: “¿Qué significa esto sino que por “Estado” debe entenderse no sólo el aparato gubernamental sino también el aparato “privado” (sociedades capitalistas, estados mayores, etc) de hegemonía o sociedad civil?”.

Dicho de otra forma, “La Democracia” surgida de la Transición no sólo son el conjunto de instituciones presentes en la Constitución -en cuya ponencia participó el PCE- sino el bloque ideológico hegemónico procedente del franquismo, que defienden los intereses del capitalismo español. Esta es el quic de la cuestión.

La parte de “sociedad civil” procedente del antifranquismo -partidos, sindicatos, etc.- aceptaron como única vía de acceso a un sistema democrático la propuesta desde el propio régimen; es decir, la reforma de la legislación franquista, lo cual modificaba, utilizando terminología de Gramsci, la organización político-jurídico del Estado pero dejaba tal cual la “sociedad civil” procedente del franquismo. Ello colocaba a la “sociedad civil” antifranquista, entre ellas el PCE, en la paradoja de aceptar ser lo contrario de su esencia. Generándose el desengaño, el reniego hacia estas estructuras de sectores que a priori deberían ser afines.

Generaba también el hecho de que lo antisistema al convertirse en parte del sistema generase una corriente en los votantes, simpatizantes, militantes y dirigentes hacia la integración del sistema en su versión más poderosa. Es decir, la conversión del PCE en un partido eminentemente electoral en sus prácticas, que podría asimilarlo a la praxis de la socialdemocracia; y esto último explica los Carrillo, Tamames, Curiel, Almeida, Aguilar, etc.

Explica también las raíces profundas de la evolución en Córdoba en los últimos treinta y tres años, cómo un bloque hegemónico de izquierdas local ha ido evolucionando hacia una institucionalización mientras se debilitaba la hegemonía social hasta ser minoritaria en la ciudad.

Volviendo al ámbito nacional, en los últimos años hemos, desde el PCE, adoptado una visión autocrítica respecto a su papel en la Transición, llegando a replantearse su relación con la Constitución de 1978 o, aunque sigue la renuncia al leninismo, la rehabilición de “los aprendizajes del centralismo democrático y del modelo leninista de Partido”, ya que “La Democracia” nacida de la Transición muestra cada vez más que su esencia era (es) la de gestionar el capitalismo español, y por consiguiente va a poner todos los impedimientos que estén es sus manos para que una organización anticapitalista juegue un papel influyente en las instituciones y en la sociedad.

sábado, 7 de abril de 2012

Reflexiones sobre Andalucía


Las elecciones andaluzas que se celebraron hace un par de semanas dejaron unos resultados ya conocidos, dejando el futuro de Andalucía en una situación interesante; primero porque el PP ha sido detenido en Despeñaperros -aunque haya sido la fuerza con más votos y escaños-, segundo por que quien ha frenado al PP ha sido Izquierda Unida, que tiene realmente, desde el punto de vista institucional una situación ventajosa; y finalmente, y a pesar de la festividad de Griñán la noche electoral, está el PSOE, que posee la peor de las papeletas: primero por dejar de ser la primera fuerza política sino que además depende de un tercero (IU) para mantenerse en el gobierno, a lo que hay que sumar que tendrá que pactar cada acción de gobierno.

Como afiliado y dirigente provincial de Izquierda Unida quiero hacer algunas reflexiones; las opciones puestas encima de la mesa son; la posibilidad de la abstención y que gobierne el PP; el apoyo a la investidura y actuación en el Parlamento; o el Cogobierno.

Parto de un elemento básico; con un partido neoliberal y nacionalcatólico como es el PP no hay nada de lo que hablar. Eso imposibilita el dejarlos gobernar, máxime cuando el mensaje de las elecciones en ese sentido es claro: la alternativa no es el PP, la alternativa son las políticas de izquierdas.

Hace unos meses, tras las elecciones municipales, tuve la oportunidad de coordinar una reflexión -que aunque de ámbito provincial- se “contaminó” del debate que se estaba dando entre las direcciones regional de Extremadura y la Federal. En aquella ocasión había (como mínimo) una comprensión hacia lo decidido en Extremadura en la mayoría de las asambleas, así como un recelo y rechazo a cualquier acuerdo con el PSOE. Creo que la experiencia de tres meses de gobierno de Rajoy en el ámbito nacional ha modificado hasta cierto punto esa percepción.

Recientemente la Ejecutiva del PCA nos recordaba algunas de las tesis de la Conferencia Política celebrada en Córdoba en la precampaña de las elecciones autonómicas. Las tesis que nos recordaba son las siguientes;

Tesis 4: “Debemos hacer que los espacios institucionales sean un frente de lucha contra los efectos del capitalismo”.

Tesis 19: “la conquista de espacios de poder político solo tiene sentido si se enmarca en una estrategia para la conformación de un Bloque Social Antineoliberal

Tesis 21: “...debemos señalar al bipartidismo como la expresión institucional del poder económico...

Tesis 23: “En este contexto, y bajo la presión del bipartidismo, debemos reforzar nuestra autonomía como proyecto político basándonos en un programa que lejos de ser una suma aritmética de las reivindicaciones de los distintos movimientos con los que nos relacionamos sea una plasmación paulatina de nuestras alianzas, formando un cuerpo coherente, basado en la centralidad del mundo del trabajo y sus conflictos, que dé respuestas a corto plazo a las necesidades del pueblo trabajador y que tenga un horizonte claramente socialista y reivindicativo ”.

Tesis 25: “Nuestro objetivo es hacer nuestra propia política y no doblegarnos a los intereses de las clases dominantes. Todo pacto, acuerdo o deliberación deben estar guiados bajo los criterios de fortalecimiento del poder de los trabajadores así como de su capacidad de movilización.

Igualmente debe contar la máxima participación de la militancia de Izquierda Unida en el debate, de manera que las decisiones vinculen a toda la organización. ”

Tesis 26: “Por lo tanto de nada sirve gobernar o ser influyentes, si no existe fortaleza social que defienda la ejecución de nuestro programa. Y en esta fase de incremento de la intensidad de la lucha de clases, con la necesaria ocupación reivindicativa del espacio público, nuestra participación en el Parlamento de Andalucía deberá centrarse en contribuir a la fortaleza social de un Bloque Antineoliberal. Para determinar las políticas que emanan del poder en Andalucía será necesaria la existencia de un sólido bloque social crítico y reivindicativo

El negrita es original del documento de la Ejecutiva, el subrayado nuestro.

No obstante, la reflexión que debemos realizar sobre qué hacer en esta tesitura debe de huir del corto plazo y de las filias y fobias que puedan representar las expresiones “muleta” y “pinza”. No puede haber una especie de resaca de 1994 que nos lleve a hacer automáticamente lo contrario. En mi opinión la reflexión tampoco debe de basarse en un simple “programa, programa, programa” sino que tiene que estar más enraizado en los principios ideológicos y deben de ser coherente con nuestra trayectoria y nuestra identidad. Las preguntas claves son dos;

  1. El actual régimen político español, al que pertenece la autonomía andaluza ¿es esencialmente un régimen defensor de los intereses de los capitalistas?

  2. El PSOE, como parte del bipartidismo ¿es redimible desde unos planteamientos anticapitalistas?

No debemos de perder de vista que el Estatuto de Autonomía -por muy avanzado que sea- no es sino una mera ley orgánica enmarcada en la Constitución de 1978, de la que -aquellos que somos comunistas- estamos desvinculados precisamente porque “Hoy, más de tres décadas después de la aprobación de la Constitución de 1978 se han incumplido todos los títulos y artículos de derechos sociales, económicos, ambientales, y el recorte de las libertades políticas. Los trabajadores han cumplido con creces trabajando y apretándose el cinturón, han perdido poder adquisitivo y ha aumentado la precariedad. Y es que como ya dijera Lenin hace muchas décadas que “Mientras exista la dominación del capital, mientras la tierra siga siendo propiedad privada, el estado lo gobernará siempre, incluso en la república más democrática y más libre, una pequeña minoría, integrada en sus nueve décimas partes por capitalistas o ricos”.

Por otro lado, existe en la sociedad repolitizada -el 15M entre otros- un señalamiento del bipartidismo como uno de los elementos que sustentan este régimen que beneficia a la banca y al gran capital recortando a los de abajo. Nosotros hemos sustentado, tanto en las generales como en las autonómicas, nuestro discurso en la denuncia de ese bipartidismo, al mismo tiempo hemos llamado a la rebelión. La entrada de Izquierda Unida en el gobierno, con uno de los integrantes del bipartidismo, nos sitúa ante un problema cuya solución no depende de nosotros, pero cuyas consecuencias sí podemos pagarlas nosotros, y por otro lado ante una bipolaridad que IU hereda del PCE.

La primera cuestión es ¿Tendrá IU capacidad de modificar la política económica del PSOE dentro del gobierno?

Si tomamos como base la Tesis 21 de la Conferencia Política del PCA, está claro que el PSOE es parte de esa “expresión institucional del poder económico”. Y Arenas vino a dar la razón a esta tesis cuando días después de las elecciones tendía la mano para realizar la política económica. La experiencia histórica del compromiso del PSOE con el capitalismo también empuja en ese sentido.

Por lo tanto, la entrada de IU en el gobierno con el PSOE sólo convertiría a aquella en co-responsable de las políticas económicas que este realizaría. También hay una dimensión ética, la pedagogía de otra política; la ética de no coger un cargo a toda costa, como hay un sector de la sociedad que cree que pasará.

El problema profundo es esa herencia que IU tiene del PCE. Este en la Transición asumió una existencia en contradicción entre ser un partido antisistema pero al mismo tiempo padre del sistema. IU tiene hoy en Andalucía esa disyuntiva. O entrar a formar parte de un co-gobierno con una parte del bipartidismo para gestionar una administración de un régimen que representa los intereses del gran capital o priorizar un fortalecimiento del bloque social anticapitalista, y esto se hace agudizando la contradicción del PSOE.

El PSOE, segunda fuerza en el Parlamento pero en el gobierno, tendrá necesariamente que apoyarse en el PP o en IU. Si opta por el PP estará dejando claro que el PSOE defiende, como bipartidista, los intereses del gran capital, y por lo tanto su renuncia a políticas de izquierdas.

En definitiva: no a la entrada de Izquierda Unida en gobierno; sí a tender la mano para realizar políticas de izquierdas desde el Parlamento. Que sea el PSOE quien elija aprobar las leyes con el PP o con IU.