Datos personales

Nací en Córdoba. Mis compañeros de estudios en el Instituto Fidiana me llamaban Tovarich. Participé en las movilizaciones fidianeras reivindicando tener un edificio propio. Miembro de la Plataforma de Estudiantes de la JOC. Militante de la JOC (1996-2001). Presidente del Consejo de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UCO en el curso 97/98. Militante del Partido Comunista de España desde 1997, del que he sido Secretario Provincial en Córdoba desde marzo de 2010 hasta noviembre de 2011. Director de cordobaroja.es

sábado, 13 de abril de 2013

14 de abril en la crisis del juancalismo

Con motivo del 14 de abril, el diario Córdoba me ha publicado el siguiente artículo, pero con el título modificado, el título original es el que aparece en el blog.


Soy de una generación que nacimos en la Transición y que durante nuestra infancia ochentera recibimos en nuestras familias, en el colegio, en todo nuestro contexto un enamoramiento de la sociedad española con la Transición y el régimen (la llamada “La Democracia”) surgido de ella, así como del papel que nos contaban que había tenido el Rey en dicho proceso.
El republicanismo fue olvidado en los ochenta, especialmente tras el 23F. En los noventa resurge, tras el famoso discurso de Julio Anguita en 1996, un republicanismo icónico, de banderas. Hace diez años, con protagonismo de mi generación, aparece lo que podríamos denominar republicanismo crítico, en la medida que los jóvenes veíamos que la ideal Democracia juancarlista tenía limitaciones. Tal vez esto lo representa mejor que nada el empuje de los movimiento memorialistas. Se tenía conciencia cada vez más que la Transición había sido un cambio institucional para que siguiesen hegemonizando la sociedad española los mismos sectores que durante la dictadura, como señalan entre otros el economista Vicenç Navarro. Surgen también algunos medios de comunicación digitales de militancia republicana.
En la medida que la actual crisis ha sido utilizada como excusa para reformar la sociedad a la medida de los intereses de la oligarquía, a través de lo que la periodista Naomi Klein llama “terapia de choque”, el juancarlismo (el régimen surgido en 1978) ha ido mostrando más sus límites como democracia. En este punto el republicanismo se volvió propositivo. Cabe destacar en esta línea la conferencia republicana del PCE de 2010, que planteaba una propuesta de Tercera República que necesariamente debe de tener un sentido social (el control democrático de la economía, la banca pública, la reducción de la jornada laboral, la exigencia legal de los derechos de trabajo, vivienda, salud o educación;) y democrático (sistema electoral proporcional, elección y posibilidad de revocación por la ciudadanía de todos los cargos públicos.
Desde entonces -especialmente en el año que va desde el elefante a la imputación- el deterioro del juancarlismo se está manifestando hasta tal punto que voces, como Ansón, plantean un cambio en la cúpulas dirigentes de los partidos dinásticos pero no en el trono, y otros plantean lo contrario; la abdicación del monarca. Pero una u otra salida no es sino repetir el modelo de la Transición, pues supondrían cambiar algunas cosas para que lo esencial continuase.
Hoy en Europa (y en el mundo occidental) estamos en un proceso en el que la democracia surgida tras la Segunda Guerra Mundial está en cuestión, así desde distintas perspectivas lo denuncian personas tan dispares como politólogo Guy Hermet (quien habla de gobernanza) o el cineasta Michael Moore (que lo hace de plutocracia). Las llamadas políticas de ajuste suponen una reestructuración social que genera la crisis de la democracia formal, y esta; o se hace radicaliza o se hace oligárquica.
Esta disyuntiva explica la recuperación en Portugal del verso “O povo é quem mais ordena” frente a la troika. Y en España esta situación se manifiesta en la disyuntiva que podríamos definir como; plutocracia o república.
Es decir, o una democracia formal al servicio de “los mercados” o un sistema con un empoderamiento ciudadano permanente. Se trata, desde una perspectiva jacobina, de establecer el poder ciudadano y la igualdad política sobre cualquier otro criterio; sea el hereditario (la corona) o neoliberal (la subordinación de la política a “los mercados”). En definitiva, que el Pueblo tenga la capacidad de decidir sobre cualquier aspecto que le afecte.
La ideal “La Democracia” que nos contaban de niños está agotada; el juancarlismo representa cada vez más los intereses del eufemismo “los mercados”. Es el momento de un republicanismo que vaya más allá. Por ello, recientemente en el Consejo Provincial de Izquierda Unida debatimos sobre la necesidad de devolver al pueblo el poder en un proceso constituyente, en el que la ciudadanía cree nuevas instituciones empoderadas de pueblo, de donde surja un régimen social y democrático que no puede ser sino republicano. Una democracia sólo puede ser totalmente democrática si es República; una república solo puede ser realmente republicana si el Pueblo es su protagonista y beneficiario.

Miguel Ángel Peña Muñoz
exsecretario provincial del Partido Comunista de Andalucía en Córdoba
Profesor de Geografía e Historia