Datos personales

Nací en Córdoba. Mis compañeros de estudios en el Instituto Fidiana me llamaban Tovarich. Participé en las movilizaciones fidianeras reivindicando tener un edificio propio. Miembro de la Plataforma de Estudiantes de la JOC. Militante de la JOC (1996-2001). Presidente del Consejo de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UCO en el curso 97/98. Militante del Partido Comunista de España desde 1997, del que he sido Secretario Provincial en Córdoba desde marzo de 2010 hasta noviembre de 2011. Director de cordobaroja.es

miércoles, 16 de enero de 2013

Objetivo 2015: En la lucha y en Capitulares.


Hace unos días, la prensa local se ha hecho eco de unas declaraciones del camarada Galileo Florido, Coordinador Local de Izquierda Unida, sobre los objetivos de la organización de cara al año que se inicia, en dicho marco el Coordinador Local planteó para este año los criterios del "perfil de la persona que exige este contexto histórico y la sociedad cordobesa". La prensa local se hizo eco de esa rueda de prensa interpretando de que se trata de la designación de la persona. E incluso se pusieron a hacer descartes de nombres.

Más allá de ese titular, hay otra cuestión de la que los medios pasan de puntillas; y es la ruptura con el pasado institucional.
Efectivamente, ya es tiempo de la reconstrucción. Lo acontecido en mayo de 2011, para Izquierda Unida en Córdoba, fue “un desastre”, como en su día lo definió Julio Anguita. Lo ocurrido fue grave desde el punto de vista institucional, pero desde un punto de vista histórico cerraba una etapa que se había iniciado allá por el año 1979. Y por eso ahora debemos de afrontar la situación desde esta perspectiva histórica e iniciar un nuevo ciclo histórico.
En los meses de reflexión que siguieron a las últimas elecciones municipales hubo una mayoría que señalaban los males de la última etapa de gobierno; eso que en los medios le han llamado “rosismo”. Sin embargo, esas prácticas que se vivieron son parte -degradada- del ciclo histórico iniciado en 1979.
El peso que el PCE/IU de Córdoba ha tenido en el terreno institucional ha hecho que conceptos de la organización sobre la institución, que por la realidad en el resto de España no han tenido tanta raigambre, en Córdoba sí lo hayan tenido. Me explico, nosotros hemos sido en los casi 34 años de ayuntamientos democráticos gobierno en 28. Eso nos ha dado una actitud demasiado políticamente convencional, puesto que somos, éramos, partido de gobierno, y había que tener propuestas políticamente correctas.
Este carácter institucionalista hunde sus raíces más profundas en la visión que los comunistas tenían sobre el actual régimen político en los años de la Transición, justo en el momento en el que el PCE gana las elecciones municipales en Córdoba (1979). Sobre esa visión me voy a referenciar en los artículos que escribí sobre el aniversario de la legalización del PCE  y a raíz del fallecimiento de Santiago Carrillo.
El PCE era un partido que había sido ponente de la Constitución. Constitución que lleva sólo cinco meses aprobada cuando se producen las elecciones municipales de 1979. Esto hay que tenerlo en cuenta porque el Partido, en ese momento confía en que el actual régimen político permite la profundización democrática y el avance hacia el Socialismo. Además está inmerso en la participación de la búsqueda de consensos que consolidasen “La Democracia”.
Señalo esto porque en ese contexto pactista de la Transición el gobierno municipal de Córdoba en la primera legislatura fue de “unidad nacional” integrado por todos los partidos con representación en el Ayuntamiento -PCE, UCD, PSOE y PSA-, si bien sólo terminaron la legislatura en el gobierno comunistas y andalucistas. Pero también quiero recordar el respeto a las instituciones del Estado; quiero recordar la invitación a la Corona para que inaugurase el Ayuntamiento siendo Anguita Alcalde.
Cuando llevaba yo relativamente poco tiempo en el partido, finales de los noventa, un veterano camarada de mi agrupación, dijo algo así como que “aquellas elecciones (las de 1979) no las ganó Julio (Anguita) las ganó el Partido. Julio no era conocido. Las siguientes ya sí las ganó Julio”.
Esta reflexión encierra por un lado el hecho de la fortaleza social del Partido y sus alianzas sociales. El propio Julio manifiesta en su libro Corazón Rojo como uno de los factores de la victoria electoral de 1979 la alianza de un PCE fuerte con los cristianos de izquierdas en la ciudad. Comunistas y cristianos conformaban una alianza en los movimientos sociales (vecinal, sindical, juvenil, solidaridad, etc.) que configuraba esa hegemonía de los valores de izquierdas, que se manifestaba en lo institucional en el gobierno de la ciudad.
Por otro lado, la reflexión del camarada expone la aparición, para 1983, del factor del líderazgo y de la gestión municipal.
Se configura así una ecuación exitosa; una organización enredada en el tejido social; una alianza social que permitía una hegemonía de los valores de izquierdas y una buena gestión; además de un respeto institucional; y finalmente un referente personal querido en la ciudad.
Desaparecido este, con la dimisión de Julio en 1986, esa ecuación va cambiando, y empieza a priorizarse por encima de todo la gestión institucional. Una buena gestión en la institución bastaba para reproducirse en el gobierno; con lo que, consiguiente, la interlocución social pasaba de la organización a la institución.
Este nuevo modelo fue válido hasta que los cambios en la sociedad española -y por ende cordobesa- lo fueron haciendo inviable.
Tras la crisis de los primeros años noventa, muchos trabajadores que quedan en paro se transforman en autónomos o pequeños empresarios, y adquieren los valores individualistas neoliberales, y evolucionan hacia la derecha siendo el momento en el que las ciudades españolas -y Córdoba no es una excepción- se escora hacia la derecha; comienza la hegemonía electoral del PP tanto en España como en Córdoba. Sobre este cambio en España se puede profundizar en este enlace
En las elecciones municipales de 1995, por primera vez no es el PCE/IU la fuerza más votada, sino el PP. Dado el enfrentamiento de aquellos años de entre el PSOE e IU se hace imposible un acuerdo de gobierno entre ambos, y este recae en el PP.
La ecuación ahora había de reinventarse; Sin el poder institucional no había posibilidad de la reproducción a través de la buena gestión institucional. No había un referente que pudiese convertirse en alcaldable dentro del grupo municipal, máxime cuando el Alcalde saliente termina esa legislatura en el PSOE.
En la organización se empieza a instalar la idea de que la organización -esto es el colectivo- es incapaz de recuperar la Alcaldía. Es por lo que, ante esta situación, se trata de buscar a un dirigente conocido por la ciudadanía a través de los medios; una persona que por su carisma sirviese para atraer los votos perdidos, y de esa forma recuperar en 1999 la Alcaldía. Se genera así el germen del “rosismo”.
Y aquí hablo de mi experiencia propia. Mi primera Asamblea Local de IU fue aquella que se llamó en algún medio como “la batalla del Hesperia”, en diciembre de 1998. Fue aquella en la que se terminó de configurar el estilo “rosista”, en el que aprovechando ese sentimiento de búsqueda de un liderazgo fuerte, la alcaldable impuso su lista bajo la amenaza de “o me voy”. Y desconfiada la Asamblea del colectivo como forma de recuperar el Gobierno, esta, temerosa de perder las elecciones, aceptó el chantaje.
Entre 1999 a 2009 la situación ha sido compleja y se puede decir que no hubo ecuación. Me explico. Desde el primer minuto se entabla una pugna entre la institución y sectores de la organización -empezando por el propio PCA-. La primera actúa por independiente del conjunto de la organización. Por otro lado, los  sectores de la organización tratan de influir y de ser coparticipes de las decisiones significativas.
Aunque se mantienen las políticas de izquierdas en la ciudad; participación ciudadana y empresas públicas como señas de identidad más significativas; se empiezan a mandar mensajes desideologizados -¿Nos acordamos de aquel lema “Con Rosa no hay color”?- o intentos de atraerse el voto se sectores que no son de izquierdas, como cuando se pidió el voto a los que en su día habían votado por Suárez; o ciertas relaciones que molestaban dentro y fuera de la organización en la izquierda social o gestos que rompían con los principios ideológicos de la organización como cuando en 2002 se ofreció Córdoba para una reunión europea sobre Defensa. La organización era ignorada o no era capaz de hacerse escuchar.
Esta deriva institucionalista, unido a la debilidad de los movimientos ciudadanos, que en muchos casos optaron por una crítica y un alejamiento de IU (no siempre justas), fue erosionando nuestra base social. Todo esto, sin perder de vista la hegemonía cultural -en la ciudad y en el país- de los valores de derechas con los que debía campear el Gobierno Municipal, que todo hay que decirlo. En un contexto institucional en el que (excepción de la legislatura 2003-2007) el PP era la primera fuerza institucional -a un escaño de la mayoría absoluta- y el gobierno estaba compartido con el PSOE.
Y con un descontento creciente en la organización pero que nunca superó el chantaje al que se sometía al colectivo llegado el momento de las listas; el “o me voy”.
Cuando un día la Alcaldesa se levanta Consejera “la papeleta” era compleja para la organización.
El compañero Andrés Ocaña, nuevo Alcalde, dio un giro interesante para una nueva relación entre la organización y la institución; y en relación con la ciudadanía, pero la conjunción de factores llevó a la materialización del desastre. La pérdida de hegemonía de los valores de izquierdas ha sido tal que hasta un empresario imputado en casos de corrupción y multado por el propio Ayuntamiento se convierte en el líder de la segunda fuerza política municipal.
Hoy la ciudad vive, o padece, aquello que nosotros manifestábamos durante la campaña; que en mayo de 2011 había una confrontación entre dos modelos de ciudad; el social y democrático creado por el PCE/IU y los movimientos ciudadanos durante casi tres décadas frente al modelo neoliberal del PP. Hoy ese modelo social y democrático se estádesmontando y siendo sustituido por uno no sólo neoliberal sino nacionalcatólico.
Lo ocurrido en mayo de 2011 cerró un ciclo histórico; un ciclo histórico basado desde el primer momento en la lógica institucional del actual régimen político.
Por eso me parece acertadísima las declaraciones realizadas por el Coordinador Local de IU, Galileo Florido. Se trata de convertirnos no en administradores de izquierdas de las instituciones sino en canales de las luchas sociales. Se trata de dar la batalla no sólo para tener el bastón de mando capitular sino para lograr la hegemonía de los valores de izquierdas; se trata de construir junto al poder institucional (o frente a él si es neoliberal) un poder popular para representar los intereses de la mayoría de la ciudadanía cordobesa, que somos las capas populares de la misma, en la línea descrita en su libro El libro rojo del poder popular por Javier Parra.
Hay quien esté en los medios -y en los no medios- haciendo quinielas sobre quién podrá ser la persona que encabece la lista en dos años vistos los titulares que sacó la prensa; y es probable que se esté mirando en las instituciones como es usual en los partidos burgueses; y cómo ha sido también la lógica en muestra organización en el ciclo ya finado. Pero, sin ser excluyente, el tener experiencia institucional -es un capital político más- ahora, al inicio de este nuevo ciclo debemos recordar que ni Julio Anguita ni ninguno de los que hicieron posible la victoria de 1979 -fuesen o no en la lista- tenían experiencia en la gestión municipal, ni eran líderes mediáticamente conocidos, pero si eran militantes sociales en las luchas de la época (en el tajo, en los barrios) y referentes en la defensa de los valores de izquierda.
Este es el camino para derrotar al neoliberalismo; dar un batalla de ideas en la lucha de la calle y en la movilización, no junto a los conflictos de la ciudadanía si no dentro del propio conflicto.