Hace tres años por estas
fechas coincidimos en el centro en el que estaba trabajado en aquel
curso, el IES Ulia Fidentia de Montemayor, tres personas; dos de
ellas vinculadas a la solidaridad; una de ellas, una mujer, a través
de una ONG, el otro un joven vinculado al comercio justo y también
miembro de mi partido. Los tres hablábamos sobre lo que unos días
antes había sucedido, el llamado 15M, y “profeticé” que ese
movimiento necesariamente terminaría politizándose adoptando una
forma partidaria, para que alcanzase sus objetivos, y que esta podía
ser nueva. Las elecciones europeas han plasmado esa realidad.
En estos días he estado
leyendo datos, artículos, tuites, estados de facebook (hasta libros
para recordar elementos que explican lo sucedido) relacionados
esencialmente con la consecuencia de la aparición de Podemos, y su
relación (en todo lo amplio de su significado) con Izquierda Unida,
en la que como comunista milito.
Después de todo ello, he
podido sacar varias conclusiones;
El hecho de que tanto
Izquierda Unida como Podemos hayamos subido de la forma que lo hemos
hecho significan dos cosas; la primera, que representamos matices
distintos de una misma realidad social; atendiendo a los resultados
de la provincia de Córdoba, allí donde existe clase obrera
tradicional (el caso de Córdoba el trabajador del campo), Izquierda
Unida ha obtenido unos resultados bastante buenos, siendo el partido
más votado en Montalbán, Espejo, Nueva Carteya o Montemayor, además
de barriadas periféricas agrarias de Córdoba capital como Santa Cruz. En
todos estos sitios no sólo hay un componente social de clase obrera
clásica sino ( tal vez por ello) unas organizaciones del Partido
Comunista (y en consecuencia de IU) muy fuertes. En cuanto a Podemos,
sus mejores resultados electorales en la provincia los ha obtenido,
curiosamente, en ámbitos donde el Partido Comunista (e IU) han
estado tradicionalmente más débiles (la capital, Lucena, ciudades
medias -es decir, un entorno más urbano, con una clase trabajadora
no clásica-) y localidades en las zonas de la provincia donde no hay
organización, pueblos de la zona norte y extremo sur de la
provincia). Es decir, al menos en Córdoba provincia, el voto no es
competitivo, sino complementario. Probablemente Podemos ha recogido
voto de sectores que por un motivo “x” jamás habrían votado IU.
Obviamente, también hay voto de personas que sí lo hacían.
Dicho
de otra forma; representamos matices de una misma realidad;
representamos distintos sectores de “los de abajo” frente a los
de arriba.
Ahora bien, qué pasos
debemos de dar de cara al futuro. Una cosa aparece obligada;
converger. Pero para converger debemos de descartar, hoy, el
presentarnos a una lista única en cualquier elección; ya que aunque
aritméticamente parece lo aconsejable, no lo es políticamente por
el grado de madurez de la situación. Está claro, que si hay
votantes de Podemos que han votado un programa idéntico al que IU
lleva presentando desde hace casi un tercio de siglo pero no a IU es
porque no quieren votar a IU, sea por anticomunismo (clásico de la
socialdemocracia -antiguos votantes del PSOE-); sea porque nos
consideren anticuados; sea porque nos consideren (también)
representantes de la “vieja política”, sea por lo que sea han
votado a otra opción antes que a Izquierda Unida. Probablemente,
para esos sectores no sea comprensible (hoy) una lista única en una
especia de “sopa de letras” antitroika. Como probablemente
tampoco sea compresible para sectores que han votado Izquierda Unida
y no a “nuevos experimentos”.
“(el sufragio es)
el
índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar a ser ni
llegará nunca a más en el Estado actual” la frase es de
Engels, y está citada en el libro
Estado y Revolución de
Lenin. El día 25M lo que hemos visto es que “los de abajo” hemos
adquirido una madurez importante, que ha asestado un golpe moral al
bipartidismo; pero no lo ha puesto contra las cuerdas; ya que el
bipartidismo está muy bien protegido a través de las
circunscripciones electorales provinciales en las elecciones generales.
Siguiendo con la cita
de Engels, creo que la convergencia es deseable desde una perspectiva
de Frente Popular, como plantaba hace unos días
Javier Parra. Un
Frente Popular, en donde hay un acuerdo sobre líneas de trabajo, en
el Parlamento y en la calle, pero cada uno conservando sus rasgos
propios, su cultura política y sus listas electorales.
Los
comunistas pertenecemos a una cultura -leninista en el fondo,
“manque” pese a alguna gente- en donde el Partido, entendido como
un colectivo democrático pero jerarquizado, es, no ya importante
sino, muy querido, y en donde el individualismo de autocandidaturas
en primarias no encaja. Podemos me recuerda más a los clubes de la
Revolución Francesa, en donde personalidades, desde tribunas de
prensa y desde escaños, aglutinaban a un grupo sin mayor estructura
que unas ideas, en donde el colectivo como tal no existe como
estructura orgánica (de ahí lo factible de las primarias en este
caso)
En
cualquier caso, ahí un problema de autodeterminación. Izquierda
Unida, democráticamente ha decidido, no hace aún dos años un
sistema de elaboración de listas, y hasta la próxima asamblea me
niego a debatir sobre la cuestión. Es nuestra democracia, y hay que
respetarla.
En
esas condiciones, en donde organizaciones con diversas personalidades
realicen una colaboración, y en donde incluso puedan hacer actos
políticos conjuntos (el Frente Popular de los años treinta así lo
hacía), a pesar de mantener personalidad electoral e institucional,
es algo conveniente, atractivo y novedoso, ya que rompería con la
lógica de la dinámica electoralista de partidos competidores que es
la norma en el Régimen de la Transición. Esa colaboración en el "conflicto social" es algo que ya se expuso en la
reunión entre IU y Podemos en febrero pasado.
Como comunista yo no
tengo miedo a esa situación, pues muy probablemente por esa vía
irán madurando las condiciones para ver, tal vez un lustro, un
gobierno transformador en España, sea por varias listas enlazadas
por un programa común de Frente Popular o sea con una sola lista
llegado el caso.
Ahora
bien, Izquierda Unida y el Partido Comunista tenemos que aprender de
la situación, y no me refiero a una cosa tan formal, como las primarias. Me refiero a cambios de la actitud política.
Izquierda
Unida ha heredado del PCE una contradicción básica, y ha llegado el
momento de resolverla. Somos un Partido padre del sistema político
español y a la vez nos reclamamos un partido antisistema. No podemos
estar en dos sitios a la vez cuando se avecinan cambios. Hace casi un
siglo un socialista revolucionario como Kerensky terminó presidiendo
el último gobierno burgués antes de Octubre por tratar de estar
entre dos mundos.
Hay
un ejemplo, de lo que digo. Hay dirigentes de Izquierda Unida que
abogan por converger con Podemos contra la troika a la par que apoyan
un gobierno con una de las patas del bipartidismo (que por cierto no
ha salido mal parado en Andalucía en plena hecatombe de las Europeas)
gestionando, “por imperativo legal”, las políticas de la troika.
No se puede sorber y soplar al mismo tiempo.
El
régimen de la Transición también debe morir también dentro del PCE e IU.
Debe de morir la herencia de la época de Carrillo que aún se perpetúa, no en lo formal sino en lo actitudinal. En lo
formal se están dando pasitos. Un PCE que renunció al leninismo en
1978 en el contexto de los pactos de la Transición, pues esperaba
que se podría acceder al socialismo en el régimen recién nacido,
ha vuelto hace unos meses ha establecer a Lenin, de forma explícita,
como inspirador ideológico del Partido.
Pero
más allá de formalidades, lo que hay que cambiar es la actitud,
nuestros dirigentes deben de pensar menos en las instituciones y en
elecciones -de donde no vendrá la Revolución-, pues eso convierte a la organización en una máquina
electoral de un régimen burgués. Nuestra organización siempre,
pero más en estos tiempos, necesita aumentar en militancia, y no me
refiero cuantitativamente (si se aumenta en número mejor) sino
cualitativamente, en formación para el conflicto social, donde los
militantes reciban una formación dirigida a como enfrentarse a ese conflicto social en su vida cotidiana.
Convergencia,
sí, pero con más organización militante
y teniendo en nuestra
mente el poema del camarada Gabriel Celaya
Nosotros
somos quién somos.
¡Basta
de historia y cuentos!
¡Allá
los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos
Ni
vivimos del pasado,
Ni damos cuerda al recuerdo.
Somos,
turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.
Somos el
ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el
golpe temible de un corazón no resuelto.
Somos
bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
Que
aun nunca supo mostrase puro, entero y verdadero.
De
cuanto fue nos nutrimos,
Transformándonos crecemos
Así
somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.
¡A la
calle!, que ya es hora
de pasearnos a
cuerpo,
mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No
reniego de mi origen
Pero digo que seremos
Muchos
más que lo sabido, los factores de un comienzo.
Españoles
con futuro
Españoles que, por serlo,
Aunque
encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo
nuestros errores
Con mala saña y buen viento.
Ira
y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a
decirte quien eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo
a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
No
quiero justificarte
Como haría un leguleyo.
Quisiera
ser un poeta y escribir tu primer verso.
España
mía, combate
Que atormentas mis adentros,
Para
salvarme y salvarte, con amor te deletreo.