Datos personales

Nací en Córdoba. Mis compañeros de estudios en el Instituto Fidiana me llamaban Tovarich. Participé en las movilizaciones fidianeras reivindicando tener un edificio propio. Miembro de la Plataforma de Estudiantes de la JOC. Militante de la JOC (1996-2001). Presidente del Consejo de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UCO en el curso 97/98. Militante del Partido Comunista de España desde 1997, del que he sido Secretario Provincial en Córdoba desde marzo de 2010 hasta noviembre de 2011. Director de cordobaroja.es

viernes, 30 de mayo de 2014

España en marcha

Hace tres años por estas fechas coincidimos en el centro en el que estaba trabajado en aquel curso, el IES Ulia Fidentia de Montemayor, tres personas; dos de ellas vinculadas a la solidaridad; una de ellas, una mujer, a través de una ONG, el otro un joven vinculado al comercio justo y también miembro de mi partido. Los tres hablábamos sobre lo que unos días antes había sucedido, el llamado 15M, y “profeticé” que ese movimiento necesariamente terminaría politizándose adoptando una forma partidaria, para que alcanzase sus objetivos, y que esta podía ser nueva. Las elecciones europeas han plasmado esa realidad.
En estos días he estado leyendo datos, artículos, tuites, estados de facebook (hasta libros para recordar elementos que explican lo sucedido) relacionados esencialmente con la consecuencia de la aparición de Podemos, y su relación (en todo lo amplio de su significado) con Izquierda Unida, en la que como comunista milito.
Después de todo ello, he podido sacar varias conclusiones;
El hecho de que tanto Izquierda Unida como Podemos hayamos subido de la forma que lo hemos hecho significan dos cosas; la primera, que representamos matices distintos de una misma realidad social; atendiendo a los resultados de la provincia de Córdoba, allí donde existe clase obrera tradicional (el caso de Córdoba el trabajador del campo), Izquierda Unida ha obtenido unos resultados bastante buenos, siendo el partido más votado en Montalbán, Espejo, Nueva Carteya o Montemayor, además de barriadas periféricas agrarias de Córdoba capital como Santa Cruz. En todos estos sitios no sólo hay un componente social de clase obrera clásica sino ( tal vez por ello) unas organizaciones del Partido Comunista (y en consecuencia de IU) muy fuertes. En cuanto a Podemos, sus mejores resultados electorales en la provincia los ha obtenido, curiosamente, en ámbitos donde el Partido Comunista (e IU) han estado tradicionalmente más débiles (la capital, Lucena, ciudades medias -es decir, un entorno más urbano, con una clase trabajadora no clásica-) y localidades en las zonas de la provincia donde no hay organización, pueblos de la zona norte y extremo sur de la provincia). Es decir, al menos en Córdoba provincia, el voto no es competitivo, sino complementario. Probablemente Podemos ha recogido voto de sectores que por un motivo “x” jamás habrían votado IU. Obviamente, también hay voto de personas que sí lo hacían.
Dicho de otra forma; representamos matices de una misma realidad; representamos distintos sectores de “los de abajo” frente a los de arriba.
Ahora bien, qué pasos debemos de dar de cara al futuro. Una cosa aparece obligada; converger. Pero para converger debemos de descartar, hoy, el presentarnos a una lista única en cualquier elección; ya que aunque aritméticamente parece lo aconsejable, no lo es políticamente por el grado de madurez de la situación. Está claro, que si hay votantes de Podemos que han votado un programa idéntico al que IU lleva presentando desde hace casi un tercio de siglo pero no a IU es porque no quieren votar a IU, sea por anticomunismo (clásico de la socialdemocracia -antiguos votantes del PSOE-); sea porque nos consideren anticuados; sea porque nos consideren (también) representantes de la “vieja política”, sea por lo que sea han votado a otra opción antes que a Izquierda Unida. Probablemente, para esos sectores no sea comprensible (hoy) una lista única en una especia de “sopa de letras” antitroika. Como probablemente tampoco sea compresible para sectores que han votado Izquierda Unida y no a “nuevos experimentos”.
“(el sufragio es) el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar a ser ni llegará nunca a más en el Estado actual” la frase es de Engels, y está citada en el libro Estado y Revolución de Lenin. El día 25M lo que hemos visto es que “los de abajo” hemos adquirido una madurez importante, que ha asestado un golpe moral al bipartidismo; pero no lo ha puesto contra las cuerdas; ya que el bipartidismo está muy bien protegido a través de las circunscripciones electorales provinciales en las elecciones generales.
Siguiendo con la cita de Engels, creo que la convergencia es deseable desde una perspectiva de Frente Popular, como plantaba hace unos días Javier Parra. Un Frente Popular, en donde hay un acuerdo sobre líneas de trabajo, en el Parlamento y en la calle, pero cada uno conservando sus rasgos propios, su cultura política y sus listas electorales.
Los comunistas pertenecemos a una cultura -leninista en el fondo, “manque” pese a alguna gente- en donde el Partido, entendido como un colectivo democrático pero jerarquizado, es, no ya importante sino, muy querido, y en donde el individualismo de autocandidaturas en primarias no encaja. Podemos me recuerda más a los clubes de la Revolución Francesa, en donde personalidades, desde tribunas de prensa y desde escaños, aglutinaban a un grupo sin mayor estructura que unas ideas, en donde el colectivo como tal no existe como estructura orgánica (de ahí lo factible de las primarias en este caso)
En cualquier caso, ahí un problema de autodeterminación. Izquierda Unida, democráticamente ha decidido, no hace aún dos años un sistema de elaboración de listas, y hasta la próxima asamblea me niego a debatir sobre la cuestión. Es nuestra democracia, y hay que respetarla.
En esas condiciones, en donde organizaciones con diversas personalidades realicen una colaboración, y en donde incluso puedan hacer actos políticos conjuntos (el Frente Popular de los años treinta así lo hacía), a pesar de mantener personalidad electoral e institucional, es algo conveniente, atractivo y novedoso, ya que rompería con la lógica de la dinámica electoralista de partidos competidores que es la norma en el Régimen de la Transición. Esa colaboración en el "conflicto social" es algo que ya se expuso en la reunión entre IU y Podemos en febrero pasado.
Como comunista yo no tengo miedo a esa situación, pues muy probablemente por esa vía irán madurando las condiciones para ver, tal vez un lustro, un gobierno transformador en España, sea por varias listas enlazadas por un programa común de Frente Popular o sea con una sola lista llegado el caso.
Ahora bien, Izquierda Unida y el Partido Comunista tenemos que aprender de la situación, y no me refiero a una cosa tan formal, como las primarias. Me refiero a cambios de la actitud política. 
Izquierda Unida ha heredado del PCE una contradicción básica, y ha llegado el momento de resolverla. Somos un Partido padre del sistema político español y a la vez nos reclamamos un partido antisistema. No podemos estar en dos sitios a la vez cuando se avecinan cambios. Hace casi un siglo un socialista revolucionario como Kerensky terminó presidiendo el último gobierno burgués antes de Octubre por tratar de estar entre dos mundos.
Hay un ejemplo, de lo que digo. Hay dirigentes de Izquierda Unida que abogan por converger con Podemos contra la troika a la par que apoyan un gobierno con una de las patas del bipartidismo (que por cierto no ha salido mal parado en Andalucía en plena hecatombe de las Europeas) gestionando, “por imperativo legal”, las políticas de la troika. No se puede sorber y soplar al mismo tiempo.
El régimen de la Transición también debe morir también dentro del PCE e IU. Debe de morir la herencia de la época de Carrillo que aún se perpetúa, no en lo formal sino en lo actitudinal. En lo formal se están dando pasitos. Un PCE que renunció al leninismo en 1978 en el contexto de los pactos de la Transición, pues esperaba que se podría acceder al socialismo en el régimen recién nacido, ha vuelto hace unos meses ha establecer a Lenin, de forma explícita, como inspirador ideológico del Partido.
Pero más allá de formalidades, lo que hay que cambiar es la actitud, nuestros dirigentes deben de pensar menos en las instituciones y en elecciones -de donde no vendrá la Revolución-, pues eso convierte a la organización en una máquina electoral de un régimen burgués. Nuestra organización siempre, pero más en estos tiempos, necesita aumentar en militancia, y no me refiero cuantitativamente (si se aumenta en número mejor) sino cualitativamente, en formación para el conflicto social, donde los militantes reciban una formación dirigida a como enfrentarse  a ese conflicto social en su vida cotidiana.
Convergencia, sí, pero con más organización militante
y teniendo en nuestra mente el poema del camarada Gabriel Celaya

Nosotros somos quién somos.
¡Basta de historia y cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos
Ni vivimos del pasado,
Ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.
Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.
Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
Que aun nunca supo mostrase puro, entero y verdadero.
De cuanto fue nos nutrimos,
Transformándonos crecemos
Así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.
¡A la calle!, que ya es hora
de   pasearnos a cuerpo,
mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No reniego de mi origen
Pero digo que seremos
Muchos más que lo sabido, los factores de un comienzo.
Españoles con futuro
Españoles que, por serlo,
Aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo nuestros errores
Con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a decirte quien eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
No quiero justificarte
Como haría un leguleyo.
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
España mía, combate
Que atormentas mis adentros,
Para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.




jueves, 1 de mayo de 2014

1º de mayo: cotidianeidad luchada

"Cuando sus ramas florecen/
es un incendio/
tanto rojo que derrama/
rojo entero/
Nadie lo ve trabajar/
 debajo del suelo/
cuando busca noche y día/
 su alimento"
Víctor Jara. El Pimiento
Estamos en un Primero de Mayo, la jornada más obrera del año, en un momento en el que todas las organizaciones mínimamente sociales exponen sus puntos de vista  y salen a manifestaciones o actos diversos a celebrar el Día de la Clase Obrera.
Siendo una fecha emblemática, en la que se exponen con datos la situación de los trabajadores y trabajadoras. Sin embargo, yo quiero tomar una reflexión histórica.
Por motivos de conciencia de clase y de gusto por la historia he indagado, leído, reflexionado bastante sobre la historia del movimiento obrero. Digamoslo así la historia general del movimiento obrero, pero también de la historia del movimiento obrero, pero también de la historia local de nuestro movimiento obrero, y me ha hecho establecer una perspectiva menos épica.
Por épica entiendo las grandes movilizaciones obreras (que en Córdoba han habido algunas), pero la perspectiva desde la que planteo este artículo son otro tipo de actuaciones más cotidianas.
Son muchas las veces en el que la militancia social, esa que pertenecemos a organizaciones y nos vemos en todas las manifestaciones, "nos quejamos" precisamente de eso, de que estamos los mismos. Incluso, muchas veces, nos quejamos, incluso en las redes sociales, de que la gente no participa en tal o cual acción. Estamos esperando a que la gente venga a las acciones "épicas" o no tan "épicas" pero sí militantes (charlas, presentaciones de libros, etc.). A esos eventos van (vamos) aquellos que tenemos cierta inquietud en el tema, yo mismo no voy a otros eventos similares pero de los que carezco de motivación o interés en la materia en cuestión. A esos eventos solemos ir aquellas personas que tenemos una militancia social, y en consecuencia una formación militante desarrollada o potencial.
Pero cuando uno se acerca a la historia del movimiento obrero bajando a lo concreto uno percibe que esas tesis del "que vengan" son erróneas.
La gente no va donde no tiene interés. Se dice que "la necesidad hace el hábito". El movimiento obrero no nace en el siglo XIX porque los obreros caigan del caballo por causa de una luz cegadora como San Pablo. Los obreros, después de 12, 14 horas de trabajo, no se ponían a leer El Manifiesto Comunista ni La Conquista del Pan. La "buena nueva" no venía del estudio tras una larga jornada de trabajo. Los primeros "evangelizadores" del movimiento obrero fueron los taberneros. La taberna era lugar donde el trabajador cubría una necesidad como el ocio, y era allí donde, distendidamente, los trabajador hablaban de sus cosas, y el tabernero, como militante socialista actuaba, como referencia Eric Hobsbawn en su La Edad del Imperio (1870-1914). 
Hace algo más de una década tuve la oportunidad de realizar sendas entrevistas a mujeres de dos pueblos de nuestra provincia cuya juventud había trascurrido en los años treinta, en ambos casos recordaban cómo la juventud vinculada a las sociedades obreras realizaban obras de teatro, en las que además de entretener en el tiempo de ocio a los trabajadores, tenían un componente didáctico al tratar temas sociales y concienciar de esa forma a los trabajadores.
Por otro lado, hace un siglo en nuestra ciudad hace un siglo, en el centro obrero que se encontraba en la plaza de Jerónimo Páez, se creaba una escuela obrera donde los hijos de los obreros iban a estudiar.
Estos elementos cotidianos, cubrían necesidades que tenía la clase obrera, necesidades, y a través de ese cubrir necesidades era como se iban adoptando mentalidades combativas; estas acciones cotidianas, lejos de discursos, exigen una actitud, unos valores, un compromiso ético que no tiene frutos sin paciencia y cotidianidad. Estas acciones son ese "trabajando debajo el suelo" de la cita de Víctor Jara con la que habría este entrada, es un trabajo que necesita tiempo.
En los últimos meses estamos viviendo en Córdoba una experiencia potente en ese sentido; me refiero al Centro Social Rey Heredia; okupado en octubre y en el que familias trabajadores (más de cien) comen gracias al trabajo voluntario y a la solidaridad -que no caridad-, donde los jóvenes de familias obreras que tienen dificultades en el estudio tienen clases particulares impartidas por docentes de manera voluntaria; donde hay una biblioteca; donde hay una radio; donde hay conferencias; donde hay múltiples reuniones.
Es por ello, que desde el poder, personificado en el gobierno municipal declaró la guerra al Rey Heredia; donde el poder -personificado en Capitulares- cortó el agua, pero la organización y el trabajo voluntario han garantizado que haya agua de forma permanente desde octubre.
Cotidianeidad en la acción; acción para cubrir las necesidades de los trabajadores. Construcción de un empoderamiento popular.
Dure lo que dure el Rey Heredia, ya marca una huella.
¡EL REY HEREDIA NO SE CIERRA!


Centro Social Rey Heredia, en el pasado mes de octubre, "defendido" frente a la posible desalojo por parte del Ayuntamiento.